{Super Junior/KyuMin} ... Sin compromisos.
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{Super Junior/KyuMin} ... Sin compromisos.
Título del oneshot: ... Sin compromisos
Autora: Rexie
Paring:KyuMin
Notas:Ayer te dije que estaba pensando en un shot para ti, Y digo que es para ti porque me acorde en aquellas conversaciones que tenemos, tus opiniones y tus consejos. Gracias por tu honestidad, es de todo lo que que más valoro. Esto es para ti, porque sabes que esta historia es una ficción muy real para mi... Gracias Miss Hyun.
Autora: Rexie
Paring:KyuMin
Notas:Ayer te dije que estaba pensando en un shot para ti, Y digo que es para ti porque me acorde en aquellas conversaciones que tenemos, tus opiniones y tus consejos. Gracias por tu honestidad, es de todo lo que que más valoro. Esto es para ti, porque sabes que esta historia es una ficción muy real para mi... Gracias Miss Hyun.
Lee SungMin ha escuchado alguna vez que lo que mal empieza mal acaba, ¿o era lo que bien empieza bien acaba? Bueno, lo cierto es que ahora no importa demasiado el sentido de la frase aquella, sino lo que le hace sentir cuando, recostado sobre su espalda en esa cama arrendada y con el cuerpo desnudo, mientras mira al techo blanco piensa en justamente que hace ahí. Porque en realidad todo empezó mal, y no puede si quiera imaginar cómo diablos va a terminar.
Él está a su lado, mirando la televisión mientras bebe agua de una botella. Ninguno habla, Sungmin gira la cabeza para mirarlo, y se pregunta, una vez más –no sabe en realidad cuantas lleva hasta el momento esa noche– como será cuando todo eso terminé.
Tal vez sea como un tifón, o como un maremoto, arrancando todo desde la raíz y dejando detrás de sí un caos de incalculables pérdidas, probablemente nada pueda volverse a levantar después de eso. Tal vez, por otro lado, sea mudo y apacible, como la despedida al amigo del instituto que sabes no volverás a ver. Tal vez, solo tal vez no tenga porque terminar, pero él no es tan optimista en este punto, Choy Kyuhyun y él han hablado lo suficiente del tema, eso se traduce en que ambos saben que la separación es inminente tarde o temprano.
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Sungmin supo desde el primer instante en que se fijó en su rostro, que empatar con él era tan posible como unas urnas limpias en las elecciones, o que ganará un maratón corriendo de espaldas, o simplemente como una nevada en pleno verano. Así de absoluto. Cho Kyuhyun es el hombre de mirada más tórridamente profunda que Lee Sungmin conociera alguna vez; desnuda a la primera, rudo y sin contemplaciones, intimida y a demás hace doler un poco el corazón. Sungmin jamás ha entendido la razón de esto, pero lo ha sentido las suficientes veces como para saber que en su pecho no hay mentiras. Es también el profesor más hijo de puta de toda la universidad, tanto así que los rumores no le hacen justicia a su villanía; Sungmin lo ha visto romper los exámenes por la mitad si la caligrafía no le parece lo suficientemente buena y que para el final de la primera clase del curso ya tiene la lista de todos los que suspenderán. Es también un hombre muy sexy, con piernas largas y pese a su andar desgarbado y las marcas de viejo ácne en las mejillas, el sujeto sabe moverse con gracia en los pasillos, su sonrisa ladeada es siniestra, matadora y atrayente como mil infiernos. Es, así mismo uno de esos frutos prohibidos, maduros, rojos y jugosos, es en pocas palabras y muchos significados un hombre casado con una pequeña hija a la que nadie conoce pero de la que muchos hablan.
Y es también, para maldición de Sungmin, el hombre del que está perdida y jodidamente enamorado.
Sungmin lo supo desde el principio. No solo que ellos nunca iban a empatar, sino que nunca, ni siquiera en los sueños más remotos, desviados, delirantes y estúpidos van a poder tener esa clase de relación psicosocial, intima, duradera y estable que la gente común y corriente define como noviazgo. Hay muchas razones para ello, la principal que Sungmin ha perdido el ideal de acercarse a él como algo más que un simple nombre en su listado de alumnos. No le teme al rechazo, pero si al compromiso, y no al que tiene él porque él no tiene ninguno, pero si al que tiene Cho Kyuhyun.
Alguna tarde, cuando Sungmin mira la pizarra que Cho Kyuhyun ha llenado de su perfecta caligrafía con los apuntes del día, se lo imagina caminando con una mujer sin rostro a su lado, y entre sus brazos a una niña que tampoco tiene rostro. Sus pieles blancas brillas con una luz propia, y piensa que seguro serán hermosas, le duele la idea, pero igual no la puede sacar de su cabeza, porque en ella anida la convicción de que Cho Kyuhyun no pudo haberse casado con cualquier mujer, del mismo modo que de él no pudo haber nacido sino una absoluta belleza. La sucesión de pensamientos le hace sentir un ardor en todo el cuerpo, su sangre circula ahora pesadamente en sus venas, y quiere cerrar los ojos y soltar las lágrimas que no entiende porque no se pueden controlar las muy cabronas.
Traga en grueso para desanudar de su garganta los hilos de amargura que se han atorado. Y sus miradas se cruzas en ese instante.
Sungmin se queda sin respirar unos segundos, como siempre que le sucede cada vez que él le mira. Sus emociones se vuelcan en su cuerpo como la lluvia del verano, copiosa e imparable, una a una van salpicando en su interior de todo lo que tienen para dar; embotan sus músculos, petrifican sus órganos, sacuden sus huesos. Sungmin se siente temblar, enrojecer, sudar, ahogarse y morir. Aunque lo último no es verdad, porque al final, un segundo más tarde cuando su profesor ha desviado la mirada él vuelve a hacer esa acción mecánica de sobrevivencia que es respirar.
Cho Kyuhyun siempre lo ha mirado como si fuera a hacerlo desaparecer. Y él piensa que en efecto tiene ese poder, aunque nunca lo ha empleado lo suficientemente a fondo.
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Han pasado unos cuantos meses desde que el curso inicio. Desde que Lee Sungmin conoce a Cho Kyuhyun, su profesor de Cálculo. Sungmin solo se preguntó un par de semanas el porqué en la carrera de Artes Plásticas se tiene esa asignatura, ya ni siquiera importa lo que dice le programa de estudios, puesto que si así puede ver al hombre que causa sus ahogos y sus suspiros, él podría tomarla sin quejas ni rezongos.
Cho Kyuhyun ha dejado de dedicarle miradas y Sungmin maldijo al estúpido cabrón en cada clase y en cada oportunidad, siempre en su mente, pero lo hizo. Cree ingenuamente que lo ha superado, que ya no está más enamorado, porque si lo estuviera el dolor habría sido abrasivo, las entrañas se le hubiesen quemado y el corazón se le hubiese secado –Sungmin se riñe cada día por seguir creyendo en el romanticismo-.
Nunca pensó que eso podría pasar de verdad un par de meses más tarde, cuando Cho Kyuhyun detuvo su auto frente a él a las afueras del campus.
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El cortejo dura poco y en realidad es escueto y más torpe de lo que Sungmin se imaginó. La gran mayoría de sus conversaciones a partir de ese momento serán por vía electrónica, Sungmin piensa que el hombre debe de ser extremadamente cuidadoso en que su esposa no note nada, y pese a esto no deja de admirarse de la sequedad con la que el hombre puede hacerse tratar. Aunque más que eso, la admiración porque sea todo realidad lo sigue cegando.
“… Pero si no admite pretexto alguno. Jamás había tenido un profesor como usted”
“Y ciertamente yo jamás había tenido un alumno como tú, al que le permitiera llegar hasta donde estoy deseando que lo hagas”
Las conversaciones tienen tonos picantes, que aunque existan palabras que no se escriban si se insinúan descaradas, destellantes y sólidas, como puntas de icebergs en las noches congeladas del Ártico, cuando incluso en el fortísimo embarque de acero se puede sentir la presencia oculta debajo de las aguas negras, negrísimas, del hielo colosal y amenazante. Después de un tiempo que a Sungmin le parece ridículamente corto las palabras brotan como por arte de magia.
Un día basta para ello, y ni siquiera es un día, es una tarde fría en que los icebergs pueden verse a través de las aguas menos oscuras pero si más turbias.
“Te deseo, así, simplemente”
Si, fue simple. Tal como la respuesta de Sungmin que se clavó en la punta de su sexo endurecido con tan poco y con tan mucho al mismo tiempo. La sensación de calor le sofocó y las piernas se le doblaron, quería bajar su mano por su vientre y soltar, como se suelta a un animal salvaje a su violenta y espontánea erección, pero se sintió imbécil casi de inmediato, tanto deseo acumulado le nubló la cabeza.
Y fue entonces que sus dedos marcaron las simples palabras que serían el pasó de las páginas para el siguiente doloroso capítulo.
Tener algo que no se tiene nunca.
“Entonces tómeme, tome todo de mi”
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La primera vez que Lee Sungmin mira realmente, fijamente los ojos de Cho Kyuhyun están a oscuras en la habitación de un hotel. Sus movimientos se sienten agarrotados, como máquinas que no se han aceitado en mucho tiempo, y sin embargo se las arreglan para empezar a tocarse. Suave al principio y sin embargo esa sensación de la primera vez brilla por su ausencia. La lentitud se vuelve reconocimiento, y el reconocimiento se torna en ansiedad, la ansiedad son gemidos agudos para Sungmin y una profunda, pesada y ruidosa respiración para Kyuhyun.
Sus besos son voraces; sus manos tiemblan, se aferran, tocan todo y todo es muy poco; sus caderas chocan; se destruyen sus sexos; la humedad los cubre, los envenena. Los cuerpos se amoldan bien, muy bien… ¡Demasiado bien!
“Tú y yo solo podemos tener sexo sin compromiso” Se lee en uno de los mensajes que Kyuhyun le ha mandado, antes de acordar el lugar y la hora del encuentro.
“Yo sé que no puedo aspirar a nada más. En realidad yo ni siquiera contaba con esto” Sungmin jamás le explica a que se refiere con esto y él tampoco lo pregunta.
Las horas se suceden. El agua caliente de la ducha corre por sus cuerpos, se prueban de todos los modos posibles, sus aromas, sus sabores, sus texturas. Kyuhyun vuelve a colisionar en el interior de Sungmin, lo destroza, desgarra y marca, Sungmin grita, suplica y muere despacito en los más hondos y alargados orgasmos de su vida.
Nunca pensó que el sexo podía ser así de bueno. Aunque él quisiera no tener sexo, hacer el amor suena más tentador. De nuevo tiene que reñirse -esta vez incluso se castiga con pequeñas cortadas casi invisibles en los ligamentos entre los dedos- por conservar, después de todo el romanticismo absurdo de una adolescencia ya hace tiempo consumida.
A partir de entonces se recuerda, todos los días y casi a todas horas, que para Cho Kyuhyun él es, y será solo sexo sin compromiso. El autocontrol que ejerce sobre su mente le produce taquicardias y bajas de peso, pero él se asegura, así como le asegura la resto del mundo que está perfectamente bien. Después de todo ¿qué hay de malo en tan solo encerrar por un tiempo indefinido los sentimientos de su corazón? Porque es el corazón el que está sintiendo ¿cierto?
Ya pasará, tendrá que pasar, se repite, porque Cho Kyuhyun no lo amará jamás, y él jamás podrá decirle que lo ama.
Unas semanas después Sungmin siente que la barrera que ha puesto a su alrededor no lo deja respirar con normalidad, y aún así se siente un titán porque Kyuhyun no ha notado nada, y si lo hizo ambos lo omiten deliberadamente.
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Cho Kyuhyun es joven para ser profesor de universidad, apenas ha pasado los treinta. En realidad también es joven para estar casado, y tener una hija de tres años, ¿pero qué se puede hacer? Cuando conoció a su esposa estaba convencido de que era la indicada, aunque ella se resistiera, las idioteces lo valían, se decía, toda ella lo valía.
Kyuhyun ha vivido convencido desde que la conoce que no podrá estar con otra mujer que no sea ella, después de todo tienen en común una adorable niña de ojos grandes y vivarachos. Su hija es perfecta, pero a veces ambos se les olvida que es un ser humano que piensa, que aprende a juzgar. Que tal vez en un futuro los juzgue a ambos.
Hace mucho que dejó de preocuparse verdaderamente por la cantidad de veces en las que ella, su esposa, se ha marchado de la casa dando un portazo y llevándose con ella a la niña. Él sabe muy bien que se oculta en casa de sus padres, así que basta con esperar un par de días para que la ira se enfríe y él pueda tocar a la puerta de los suegros sin que le llegue un balazo a los sesos, igual su suegro no sabe disparar, pero no está demás prevenir un poco.
Kyuhyun sabe también que su hija está bien cuidada con la familia de ella, de modo que deja de interesarle ligeramente, sabe a su vez que su esposa se lleva a la niña porque ella los une de algún modo, es el fino lazo que mantiene cuerda su relación de pies y cabeza, ¿cierto?
Sí, es cierto.
Esa pequeña niña los unió, eso significa que ya nadie ni nada puede separarlos. Es egoísta, y ambos lo saben, pero faltan muchos años para que la niña se dé cuenta de la ruin manera en que está siendo utilizada, Kyuhyun alberga la esperanza de que para cuando lo haga ellos ya se habrán solucionado. Después de todo se aman ¿verdad que si?
Lo cierto es que poco a poco Kyuhyun ve más difícil desenredar la maraña de líos entre él y su esposa, así como también ve más fino el lazo que lo une con su hija. Parece que una cosa se hace más gruesa y dura mientras que la otra desaparece como algodón de azúcar. Kyuhyun comienza a desesperarse seriamente, sin embargo y para su fortuna ahí está Lee Sungmin unos pasos por detrás de él, mirándolo fijamente, como una ficha de ajedrez que espera su turno para ser movida.
Cuando Kyuhyun se fijó por primera vez en él, Sungmin sonreía, ahora que lo piensa Sungmin sonríe mucho, tiene tantas sonrisas que Kyuhyun después de mucho tiempo de observarlas todas se las ha aprendido de memoria e incluso sabe lo que dice cada una.
La que más odia es la que no es suya sino de otros, Sungmin en realidad es suyo por completo, su piel, sus huesos, su carne; su corazón y su mente no está seguro de quererlos, pero el premio parece incompleto si no los tiene, así que también pueden ser un buen añadido. Pero lo suyo es sexo sin compromiso, bueno, él realmente no tiene ningún compromiso, a Sungmin no le ha jurado nada, ni siquiera le ha dicho que le gusta, ya debe de saberlo, la gente no tiene sexo sin compromiso con otra gente si no le gustase.
Sungmin por otra parte no le pregunta por ello. En realidad no le pregunta por casi nada, él lo agradece aunque por supuesto tampoco se lo diga. En alguna ocasión se sorprendió de lo fácil que es conversar con ese muchacho, él no le juzga, pero lo mira tan atentamente que parece que en ese mundo, en ese momento solo exististe él y sus palabras, él y sus pensamientos, él y sus malos momentos, y Lee Sungmin que lo mira todo y junta las piececitas de sus monólogos como se juntan conchas de una playa desierta e infinita.
Kyuhyun a partir de entonces se siente menos solitario y las cosas que le enfadan parecen menos pesadas a su espalda.
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—Ya no estoy tan dispuesta a tolerar esto, lo sabes Kyuhyun—dice su esposa una tarde en la que él y su hija están sentados en el suelo del salón jugando con cubos para armar.
Kyuhyun gira la cabeza para mirarla, frunce el seño y aprieta uno de los cubos entre sus manos. Esas palabras le suenan ya a un cántico para atraer a los demonios.
—¿A tolerar qué, exactamente? —Pregunta y la voz le sale gruesa y ronca.
Su mujer taconea, niega, sacude las manos con dramatismo, vuelve a negar y lo mira como si fuera un adefesio de dos cabezas.
—¡Todo y tú sabes que es todo!
Ella se marcha ese día sola, y Kyuhyun jamás pudo explicarse que es todo. Que está mal con ellos dos que se aman tanto. Porque cuando dos personas se aman nada debe de estar mal.
Kyuhyun es arisco por naturaleza, burlón y juguetón a veces, es introvertido pero al mismo tiempo se para erguido como si el mundo le perteneciera. Tiene muchas máscaras de falsa seguridad que se pone como su mujer lo hace con sus pendientes, todo depende de la ocasión y las personas.
Kyuhyun sabe que tiene que dejar lo suyo con su alumno si quiere descubrir lo que es ese todo del que ella habla.
“Ya no podemos… Dejemos de vernos un tiempo”
Sungmin tarda en responder, y cuando lo hace la única palabra le golpea a Kyuhyun como un puño:
“Ok”
Kyuhyun intenta asegurarse que él y Sungmin pueden llevarse bien fuera de la cama, porque su alumno es un chico listo, no como el resto de estúpidos hipo-evolucionados que caminan por los pasillos de la universidad. Lo intenta, porque en realidad algo le dice que si deja ir a Lee Sungmin las cosas se podrán aún más caóticas. Él es una especie de balance en su vida, un elemento más en el estante que lo hace todo perfecto, que cuida que no se vayan contra el suelo el resto de las cosas.
Solo han pasado un par de días cuando Kyuhyun se arrepiente de lo dicho:
“Sé que mis palabras no son coherentes con mis acciones… ¿Pero qué puedo hacer? Tuve que intentarlo por mi esposa y mi hija”
Sungmin guarda silencio aquella vez, pero igual lo acepta de vuelta mientras pasan los minutos, ambos en el mismo edificio del campus, pero sin poderse mirar a la cara, con el móvil en las manos esperando a que el otro escriba algún mensaje reconfortante. Ninguno lo hace y Kyuhyun siente que se le quiebra algo en el interior del pecho, no entiende que es, tampoco quiere saberlo.
Después de eso vuelven a la rutina, y unos pocos días más pasan para que sea Sungmin el que se decida a dejarlo.
Esta vez él se tiene que aguantar las ganas de gritarle como le grita a esposa, o al pendejo que se ha cruzado un semáforo en rojo. Esta vez Kyuhyun tiene que admitir que la sensación de vacío y el temblor en las manos no son por el clima, ni porque su mujer se ha ido a casa de sus padres de nuevo. Siente que le han arrancado algo y la ausencia de las sonrisas de Sungmin para con él solo lo ponen más ansioso.
“Lo siento tanto, pero ya no estoy a gusto… yo estúpidamente me enamoré de usted”
Kyuhyun cree haber imaginado esas palabras, y las omite completamente de su cabeza un instante después. Esto era sexo sin compromiso, se dice, ninguno tuvo porque haberse enamorado, añade. Es una ridiculez, así que lo borra del disco duro de su cabeza y las palabras de Sungmin se pierden también en una conversación que será eliminada de la pantalla unos minutos más tarde.
La sucesión de días es más larga esta vez. Y Kyuhyun aprovecha todas las oportunidades que tiene para hacerle saber a Sungmin que podrían volver a la no relación que tenían antes. Espera reacciones, busca indicios, las cosas se dan por buen camino, Sungmin es de fácil sonrojar, así que basta con presionar los botones adecuados.
Kyuhyun sonríe como un loco cuando Sungmin se rinde. Él es después de todo un maldito cabrón ganador.
“Tal vez me arrepienta luego, pero sí, quiero volver a verlo”
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Las cosas son ahora como tal vez debieron ser en un inicio. Solo sexo sin compromiso. Seco y sin arrumacos, Sungmin duerme en el otro extremo de la cama y son escasas las veces en las que lo toca con cariño, Kyuhyun comienza a echarlo de menos, pero no lo dice, ¿qué podría decir después de todo? Lo suyo no tiene nombre, y tampoco hay entre ellos promesas de futuro.
Así mismo le sorprende que con Lee Sungmin prontamente deja de necesitar máscaras y empieza a ser él, el arisco, burlón y juguetón.
Supone que es por eso que un día, acostados uno junto al otro, cubiertos por las cobijas hasta el pecho, sudados pero no satisfechos Sungmin se anima a preguntale que va mal.
—Mi esposa me pidió el divorcio—Contesta. Sungmin lo mira con sus grandes ojos y los labios entreabiertos.
—¿Cómo es eso posible? —Quiere saber y es lo único que él necesita para contarle todo lo que tiene por contar.
Es decir, la trágica historia de cómo terminó casado a los 27 años, justo cuando se enteró de que ella estaba esperando un bebé. Ese bebé que es el lazo que los unió y que ya jamás podrá romperse, porque ellos se aman, es cierto, tan cierto que nadie más les importa, ni Sungmin, ni su hija, ni los padres de ambos. Tan cierto que ella se acuesta con un viejo amigo de su adolescencia; tan cierto que él quiere que Sungmin se recueste en su pecho mientras habla y que su delicado calor le suavice las pústulas que le causa tanta mierda junta en su mi vida. Ellos se aman es cierto, pero van a separarse porque ella no puede tolerar más todo eso, y Kyuhyun jamás pudo enterarse de que era todo eso. Se aman tanto que cuando su hija les dice que están mejor así, separados, ellos se dicen mutuamente que los niños nunca saben de lo que están hablando.
“Por ahora no quiero un novio. Primero quiero esperar hasta dejar de verlo a usted para comenzar una relación con alguien, esta vez espero que sea algo más formal”
—¿Eres feliz papito?
La mente de Kyuhyun conjuga ambas frases, y por alguna razón está convencido que la respuesta a ambas es la misma pero puesta en diferentes palabras.
—Ahora si, soy un poco más feliz.
“No Sungmin… no será ahora ni en una semana ni en un mes, porque eres mío, solo mío”
El mensaje escrito por sus veloces dedos se queda en la pantalla de su móvil, sin enviar, por mucho, mucho tiempo. Tal vez se quedará ahí por siempre piensa Kyuhyun mientras mira a través de los pasillos como Sungmin le sonríe a un sujeto alto y moreno. Kyuhyun no tiene el valor para ir y arrancarlo de la vista de ese pendejo extraño, así como tampoco tiene el valor para pedirle a Sungmin que sea suyo para siempre.
Ahora le sabe amarga la despedida inminente que a veces le mira en las pupilas marrones. Ahora le duele el pecho y no puede respirar. Ahora lo mira dormir en las habitaciones de los hoteles, ahora sueña con que este respiro de aire fresco sea una pausa eterna en su vida.
“Pero es solo sexo sin compromisos… Kyuhyun”
Si, justo como le gusta, es solo sexo sin compromisos que sabe a veneno, que lo asfixia, que lo apuñala, que explota entre sus piernas y se pierde en la oscuridad de terciopelo de Lee Sungmin cuando le hace el amor.
Su Lee Sungmin.
Él está a su lado, mirando la televisión mientras bebe agua de una botella. Ninguno habla, Sungmin gira la cabeza para mirarlo, y se pregunta, una vez más –no sabe en realidad cuantas lleva hasta el momento esa noche– como será cuando todo eso terminé.
Tal vez sea como un tifón, o como un maremoto, arrancando todo desde la raíz y dejando detrás de sí un caos de incalculables pérdidas, probablemente nada pueda volverse a levantar después de eso. Tal vez, por otro lado, sea mudo y apacible, como la despedida al amigo del instituto que sabes no volverás a ver. Tal vez, solo tal vez no tenga porque terminar, pero él no es tan optimista en este punto, Choy Kyuhyun y él han hablado lo suficiente del tema, eso se traduce en que ambos saben que la separación es inminente tarde o temprano.
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Sungmin supo desde el primer instante en que se fijó en su rostro, que empatar con él era tan posible como unas urnas limpias en las elecciones, o que ganará un maratón corriendo de espaldas, o simplemente como una nevada en pleno verano. Así de absoluto. Cho Kyuhyun es el hombre de mirada más tórridamente profunda que Lee Sungmin conociera alguna vez; desnuda a la primera, rudo y sin contemplaciones, intimida y a demás hace doler un poco el corazón. Sungmin jamás ha entendido la razón de esto, pero lo ha sentido las suficientes veces como para saber que en su pecho no hay mentiras. Es también el profesor más hijo de puta de toda la universidad, tanto así que los rumores no le hacen justicia a su villanía; Sungmin lo ha visto romper los exámenes por la mitad si la caligrafía no le parece lo suficientemente buena y que para el final de la primera clase del curso ya tiene la lista de todos los que suspenderán. Es también un hombre muy sexy, con piernas largas y pese a su andar desgarbado y las marcas de viejo ácne en las mejillas, el sujeto sabe moverse con gracia en los pasillos, su sonrisa ladeada es siniestra, matadora y atrayente como mil infiernos. Es, así mismo uno de esos frutos prohibidos, maduros, rojos y jugosos, es en pocas palabras y muchos significados un hombre casado con una pequeña hija a la que nadie conoce pero de la que muchos hablan.
Y es también, para maldición de Sungmin, el hombre del que está perdida y jodidamente enamorado.
Sungmin lo supo desde el principio. No solo que ellos nunca iban a empatar, sino que nunca, ni siquiera en los sueños más remotos, desviados, delirantes y estúpidos van a poder tener esa clase de relación psicosocial, intima, duradera y estable que la gente común y corriente define como noviazgo. Hay muchas razones para ello, la principal que Sungmin ha perdido el ideal de acercarse a él como algo más que un simple nombre en su listado de alumnos. No le teme al rechazo, pero si al compromiso, y no al que tiene él porque él no tiene ninguno, pero si al que tiene Cho Kyuhyun.
Alguna tarde, cuando Sungmin mira la pizarra que Cho Kyuhyun ha llenado de su perfecta caligrafía con los apuntes del día, se lo imagina caminando con una mujer sin rostro a su lado, y entre sus brazos a una niña que tampoco tiene rostro. Sus pieles blancas brillas con una luz propia, y piensa que seguro serán hermosas, le duele la idea, pero igual no la puede sacar de su cabeza, porque en ella anida la convicción de que Cho Kyuhyun no pudo haberse casado con cualquier mujer, del mismo modo que de él no pudo haber nacido sino una absoluta belleza. La sucesión de pensamientos le hace sentir un ardor en todo el cuerpo, su sangre circula ahora pesadamente en sus venas, y quiere cerrar los ojos y soltar las lágrimas que no entiende porque no se pueden controlar las muy cabronas.
Traga en grueso para desanudar de su garganta los hilos de amargura que se han atorado. Y sus miradas se cruzas en ese instante.
Sungmin se queda sin respirar unos segundos, como siempre que le sucede cada vez que él le mira. Sus emociones se vuelcan en su cuerpo como la lluvia del verano, copiosa e imparable, una a una van salpicando en su interior de todo lo que tienen para dar; embotan sus músculos, petrifican sus órganos, sacuden sus huesos. Sungmin se siente temblar, enrojecer, sudar, ahogarse y morir. Aunque lo último no es verdad, porque al final, un segundo más tarde cuando su profesor ha desviado la mirada él vuelve a hacer esa acción mecánica de sobrevivencia que es respirar.
Cho Kyuhyun siempre lo ha mirado como si fuera a hacerlo desaparecer. Y él piensa que en efecto tiene ese poder, aunque nunca lo ha empleado lo suficientemente a fondo.
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Han pasado unos cuantos meses desde que el curso inicio. Desde que Lee Sungmin conoce a Cho Kyuhyun, su profesor de Cálculo. Sungmin solo se preguntó un par de semanas el porqué en la carrera de Artes Plásticas se tiene esa asignatura, ya ni siquiera importa lo que dice le programa de estudios, puesto que si así puede ver al hombre que causa sus ahogos y sus suspiros, él podría tomarla sin quejas ni rezongos.
Cho Kyuhyun ha dejado de dedicarle miradas y Sungmin maldijo al estúpido cabrón en cada clase y en cada oportunidad, siempre en su mente, pero lo hizo. Cree ingenuamente que lo ha superado, que ya no está más enamorado, porque si lo estuviera el dolor habría sido abrasivo, las entrañas se le hubiesen quemado y el corazón se le hubiese secado –Sungmin se riñe cada día por seguir creyendo en el romanticismo-.
Nunca pensó que eso podría pasar de verdad un par de meses más tarde, cuando Cho Kyuhyun detuvo su auto frente a él a las afueras del campus.
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El cortejo dura poco y en realidad es escueto y más torpe de lo que Sungmin se imaginó. La gran mayoría de sus conversaciones a partir de ese momento serán por vía electrónica, Sungmin piensa que el hombre debe de ser extremadamente cuidadoso en que su esposa no note nada, y pese a esto no deja de admirarse de la sequedad con la que el hombre puede hacerse tratar. Aunque más que eso, la admiración porque sea todo realidad lo sigue cegando.
“… Pero si no admite pretexto alguno. Jamás había tenido un profesor como usted”
“Y ciertamente yo jamás había tenido un alumno como tú, al que le permitiera llegar hasta donde estoy deseando que lo hagas”
Las conversaciones tienen tonos picantes, que aunque existan palabras que no se escriban si se insinúan descaradas, destellantes y sólidas, como puntas de icebergs en las noches congeladas del Ártico, cuando incluso en el fortísimo embarque de acero se puede sentir la presencia oculta debajo de las aguas negras, negrísimas, del hielo colosal y amenazante. Después de un tiempo que a Sungmin le parece ridículamente corto las palabras brotan como por arte de magia.
Un día basta para ello, y ni siquiera es un día, es una tarde fría en que los icebergs pueden verse a través de las aguas menos oscuras pero si más turbias.
“Te deseo, así, simplemente”
Si, fue simple. Tal como la respuesta de Sungmin que se clavó en la punta de su sexo endurecido con tan poco y con tan mucho al mismo tiempo. La sensación de calor le sofocó y las piernas se le doblaron, quería bajar su mano por su vientre y soltar, como se suelta a un animal salvaje a su violenta y espontánea erección, pero se sintió imbécil casi de inmediato, tanto deseo acumulado le nubló la cabeza.
Y fue entonces que sus dedos marcaron las simples palabras que serían el pasó de las páginas para el siguiente doloroso capítulo.
Tener algo que no se tiene nunca.
“Entonces tómeme, tome todo de mi”
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La primera vez que Lee Sungmin mira realmente, fijamente los ojos de Cho Kyuhyun están a oscuras en la habitación de un hotel. Sus movimientos se sienten agarrotados, como máquinas que no se han aceitado en mucho tiempo, y sin embargo se las arreglan para empezar a tocarse. Suave al principio y sin embargo esa sensación de la primera vez brilla por su ausencia. La lentitud se vuelve reconocimiento, y el reconocimiento se torna en ansiedad, la ansiedad son gemidos agudos para Sungmin y una profunda, pesada y ruidosa respiración para Kyuhyun.
Sus besos son voraces; sus manos tiemblan, se aferran, tocan todo y todo es muy poco; sus caderas chocan; se destruyen sus sexos; la humedad los cubre, los envenena. Los cuerpos se amoldan bien, muy bien… ¡Demasiado bien!
“Tú y yo solo podemos tener sexo sin compromiso” Se lee en uno de los mensajes que Kyuhyun le ha mandado, antes de acordar el lugar y la hora del encuentro.
“Yo sé que no puedo aspirar a nada más. En realidad yo ni siquiera contaba con esto” Sungmin jamás le explica a que se refiere con esto y él tampoco lo pregunta.
Las horas se suceden. El agua caliente de la ducha corre por sus cuerpos, se prueban de todos los modos posibles, sus aromas, sus sabores, sus texturas. Kyuhyun vuelve a colisionar en el interior de Sungmin, lo destroza, desgarra y marca, Sungmin grita, suplica y muere despacito en los más hondos y alargados orgasmos de su vida.
Nunca pensó que el sexo podía ser así de bueno. Aunque él quisiera no tener sexo, hacer el amor suena más tentador. De nuevo tiene que reñirse -esta vez incluso se castiga con pequeñas cortadas casi invisibles en los ligamentos entre los dedos- por conservar, después de todo el romanticismo absurdo de una adolescencia ya hace tiempo consumida.
A partir de entonces se recuerda, todos los días y casi a todas horas, que para Cho Kyuhyun él es, y será solo sexo sin compromiso. El autocontrol que ejerce sobre su mente le produce taquicardias y bajas de peso, pero él se asegura, así como le asegura la resto del mundo que está perfectamente bien. Después de todo ¿qué hay de malo en tan solo encerrar por un tiempo indefinido los sentimientos de su corazón? Porque es el corazón el que está sintiendo ¿cierto?
Ya pasará, tendrá que pasar, se repite, porque Cho Kyuhyun no lo amará jamás, y él jamás podrá decirle que lo ama.
Unas semanas después Sungmin siente que la barrera que ha puesto a su alrededor no lo deja respirar con normalidad, y aún así se siente un titán porque Kyuhyun no ha notado nada, y si lo hizo ambos lo omiten deliberadamente.
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Cho Kyuhyun es joven para ser profesor de universidad, apenas ha pasado los treinta. En realidad también es joven para estar casado, y tener una hija de tres años, ¿pero qué se puede hacer? Cuando conoció a su esposa estaba convencido de que era la indicada, aunque ella se resistiera, las idioteces lo valían, se decía, toda ella lo valía.
Kyuhyun ha vivido convencido desde que la conoce que no podrá estar con otra mujer que no sea ella, después de todo tienen en común una adorable niña de ojos grandes y vivarachos. Su hija es perfecta, pero a veces ambos se les olvida que es un ser humano que piensa, que aprende a juzgar. Que tal vez en un futuro los juzgue a ambos.
Hace mucho que dejó de preocuparse verdaderamente por la cantidad de veces en las que ella, su esposa, se ha marchado de la casa dando un portazo y llevándose con ella a la niña. Él sabe muy bien que se oculta en casa de sus padres, así que basta con esperar un par de días para que la ira se enfríe y él pueda tocar a la puerta de los suegros sin que le llegue un balazo a los sesos, igual su suegro no sabe disparar, pero no está demás prevenir un poco.
Kyuhyun sabe también que su hija está bien cuidada con la familia de ella, de modo que deja de interesarle ligeramente, sabe a su vez que su esposa se lleva a la niña porque ella los une de algún modo, es el fino lazo que mantiene cuerda su relación de pies y cabeza, ¿cierto?
Sí, es cierto.
Esa pequeña niña los unió, eso significa que ya nadie ni nada puede separarlos. Es egoísta, y ambos lo saben, pero faltan muchos años para que la niña se dé cuenta de la ruin manera en que está siendo utilizada, Kyuhyun alberga la esperanza de que para cuando lo haga ellos ya se habrán solucionado. Después de todo se aman ¿verdad que si?
Lo cierto es que poco a poco Kyuhyun ve más difícil desenredar la maraña de líos entre él y su esposa, así como también ve más fino el lazo que lo une con su hija. Parece que una cosa se hace más gruesa y dura mientras que la otra desaparece como algodón de azúcar. Kyuhyun comienza a desesperarse seriamente, sin embargo y para su fortuna ahí está Lee Sungmin unos pasos por detrás de él, mirándolo fijamente, como una ficha de ajedrez que espera su turno para ser movida.
Cuando Kyuhyun se fijó por primera vez en él, Sungmin sonreía, ahora que lo piensa Sungmin sonríe mucho, tiene tantas sonrisas que Kyuhyun después de mucho tiempo de observarlas todas se las ha aprendido de memoria e incluso sabe lo que dice cada una.
La que más odia es la que no es suya sino de otros, Sungmin en realidad es suyo por completo, su piel, sus huesos, su carne; su corazón y su mente no está seguro de quererlos, pero el premio parece incompleto si no los tiene, así que también pueden ser un buen añadido. Pero lo suyo es sexo sin compromiso, bueno, él realmente no tiene ningún compromiso, a Sungmin no le ha jurado nada, ni siquiera le ha dicho que le gusta, ya debe de saberlo, la gente no tiene sexo sin compromiso con otra gente si no le gustase.
Sungmin por otra parte no le pregunta por ello. En realidad no le pregunta por casi nada, él lo agradece aunque por supuesto tampoco se lo diga. En alguna ocasión se sorprendió de lo fácil que es conversar con ese muchacho, él no le juzga, pero lo mira tan atentamente que parece que en ese mundo, en ese momento solo exististe él y sus palabras, él y sus pensamientos, él y sus malos momentos, y Lee Sungmin que lo mira todo y junta las piececitas de sus monólogos como se juntan conchas de una playa desierta e infinita.
Kyuhyun a partir de entonces se siente menos solitario y las cosas que le enfadan parecen menos pesadas a su espalda.
.
—Ya no estoy tan dispuesta a tolerar esto, lo sabes Kyuhyun—dice su esposa una tarde en la que él y su hija están sentados en el suelo del salón jugando con cubos para armar.
Kyuhyun gira la cabeza para mirarla, frunce el seño y aprieta uno de los cubos entre sus manos. Esas palabras le suenan ya a un cántico para atraer a los demonios.
—¿A tolerar qué, exactamente? —Pregunta y la voz le sale gruesa y ronca.
Su mujer taconea, niega, sacude las manos con dramatismo, vuelve a negar y lo mira como si fuera un adefesio de dos cabezas.
—¡Todo y tú sabes que es todo!
Ella se marcha ese día sola, y Kyuhyun jamás pudo explicarse que es todo. Que está mal con ellos dos que se aman tanto. Porque cuando dos personas se aman nada debe de estar mal.
Kyuhyun es arisco por naturaleza, burlón y juguetón a veces, es introvertido pero al mismo tiempo se para erguido como si el mundo le perteneciera. Tiene muchas máscaras de falsa seguridad que se pone como su mujer lo hace con sus pendientes, todo depende de la ocasión y las personas.
Kyuhyun sabe que tiene que dejar lo suyo con su alumno si quiere descubrir lo que es ese todo del que ella habla.
“Ya no podemos… Dejemos de vernos un tiempo”
Sungmin tarda en responder, y cuando lo hace la única palabra le golpea a Kyuhyun como un puño:
“Ok”
Kyuhyun intenta asegurarse que él y Sungmin pueden llevarse bien fuera de la cama, porque su alumno es un chico listo, no como el resto de estúpidos hipo-evolucionados que caminan por los pasillos de la universidad. Lo intenta, porque en realidad algo le dice que si deja ir a Lee Sungmin las cosas se podrán aún más caóticas. Él es una especie de balance en su vida, un elemento más en el estante que lo hace todo perfecto, que cuida que no se vayan contra el suelo el resto de las cosas.
Solo han pasado un par de días cuando Kyuhyun se arrepiente de lo dicho:
“Sé que mis palabras no son coherentes con mis acciones… ¿Pero qué puedo hacer? Tuve que intentarlo por mi esposa y mi hija”
Sungmin guarda silencio aquella vez, pero igual lo acepta de vuelta mientras pasan los minutos, ambos en el mismo edificio del campus, pero sin poderse mirar a la cara, con el móvil en las manos esperando a que el otro escriba algún mensaje reconfortante. Ninguno lo hace y Kyuhyun siente que se le quiebra algo en el interior del pecho, no entiende que es, tampoco quiere saberlo.
Después de eso vuelven a la rutina, y unos pocos días más pasan para que sea Sungmin el que se decida a dejarlo.
Esta vez él se tiene que aguantar las ganas de gritarle como le grita a esposa, o al pendejo que se ha cruzado un semáforo en rojo. Esta vez Kyuhyun tiene que admitir que la sensación de vacío y el temblor en las manos no son por el clima, ni porque su mujer se ha ido a casa de sus padres de nuevo. Siente que le han arrancado algo y la ausencia de las sonrisas de Sungmin para con él solo lo ponen más ansioso.
“Lo siento tanto, pero ya no estoy a gusto… yo estúpidamente me enamoré de usted”
Kyuhyun cree haber imaginado esas palabras, y las omite completamente de su cabeza un instante después. Esto era sexo sin compromiso, se dice, ninguno tuvo porque haberse enamorado, añade. Es una ridiculez, así que lo borra del disco duro de su cabeza y las palabras de Sungmin se pierden también en una conversación que será eliminada de la pantalla unos minutos más tarde.
La sucesión de días es más larga esta vez. Y Kyuhyun aprovecha todas las oportunidades que tiene para hacerle saber a Sungmin que podrían volver a la no relación que tenían antes. Espera reacciones, busca indicios, las cosas se dan por buen camino, Sungmin es de fácil sonrojar, así que basta con presionar los botones adecuados.
Kyuhyun sonríe como un loco cuando Sungmin se rinde. Él es después de todo un maldito cabrón ganador.
“Tal vez me arrepienta luego, pero sí, quiero volver a verlo”
.
Las cosas son ahora como tal vez debieron ser en un inicio. Solo sexo sin compromiso. Seco y sin arrumacos, Sungmin duerme en el otro extremo de la cama y son escasas las veces en las que lo toca con cariño, Kyuhyun comienza a echarlo de menos, pero no lo dice, ¿qué podría decir después de todo? Lo suyo no tiene nombre, y tampoco hay entre ellos promesas de futuro.
Así mismo le sorprende que con Lee Sungmin prontamente deja de necesitar máscaras y empieza a ser él, el arisco, burlón y juguetón.
Supone que es por eso que un día, acostados uno junto al otro, cubiertos por las cobijas hasta el pecho, sudados pero no satisfechos Sungmin se anima a preguntale que va mal.
—Mi esposa me pidió el divorcio—Contesta. Sungmin lo mira con sus grandes ojos y los labios entreabiertos.
—¿Cómo es eso posible? —Quiere saber y es lo único que él necesita para contarle todo lo que tiene por contar.
Es decir, la trágica historia de cómo terminó casado a los 27 años, justo cuando se enteró de que ella estaba esperando un bebé. Ese bebé que es el lazo que los unió y que ya jamás podrá romperse, porque ellos se aman, es cierto, tan cierto que nadie más les importa, ni Sungmin, ni su hija, ni los padres de ambos. Tan cierto que ella se acuesta con un viejo amigo de su adolescencia; tan cierto que él quiere que Sungmin se recueste en su pecho mientras habla y que su delicado calor le suavice las pústulas que le causa tanta mierda junta en su mi vida. Ellos se aman es cierto, pero van a separarse porque ella no puede tolerar más todo eso, y Kyuhyun jamás pudo enterarse de que era todo eso. Se aman tanto que cuando su hija les dice que están mejor así, separados, ellos se dicen mutuamente que los niños nunca saben de lo que están hablando.
“Por ahora no quiero un novio. Primero quiero esperar hasta dejar de verlo a usted para comenzar una relación con alguien, esta vez espero que sea algo más formal”
—¿Eres feliz papito?
La mente de Kyuhyun conjuga ambas frases, y por alguna razón está convencido que la respuesta a ambas es la misma pero puesta en diferentes palabras.
—Ahora si, soy un poco más feliz.
“No Sungmin… no será ahora ni en una semana ni en un mes, porque eres mío, solo mío”
El mensaje escrito por sus veloces dedos se queda en la pantalla de su móvil, sin enviar, por mucho, mucho tiempo. Tal vez se quedará ahí por siempre piensa Kyuhyun mientras mira a través de los pasillos como Sungmin le sonríe a un sujeto alto y moreno. Kyuhyun no tiene el valor para ir y arrancarlo de la vista de ese pendejo extraño, así como tampoco tiene el valor para pedirle a Sungmin que sea suyo para siempre.
Ahora le sabe amarga la despedida inminente que a veces le mira en las pupilas marrones. Ahora le duele el pecho y no puede respirar. Ahora lo mira dormir en las habitaciones de los hoteles, ahora sueña con que este respiro de aire fresco sea una pausa eterna en su vida.
“Pero es solo sexo sin compromisos… Kyuhyun”
Si, justo como le gusta, es solo sexo sin compromisos que sabe a veneno, que lo asfixia, que lo apuñala, que explota entre sus piernas y se pierde en la oscuridad de terciopelo de Lee Sungmin cuando le hace el amor.
Su Lee Sungmin.
Rexie- Lector
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 10/01/2014
Re: {Super Junior/KyuMin} ... Sin compromisos.
Pues me gustó mucho. Siempre disfruto de esas relaciones en las que las personas no se comunican para nada
Lo que yo noté fueron unas confusiones con el uso del "porque" y el "por qué", creo que al inicio, luego ya ni me fijé en esas cosas, que lo importante es la historia.
Pinche Kyuhyun y pinche Sungmin, por no hablar como se debe se friegan. Bueno, total, qué se le va a hacer si así andamos todos ¬¬.
Me gustó mucho ese detalle del trato de Sungmin a Kyuhyun; primero de usted y al mero final de tú. Qué mañoso el alumno xD
Otra cosa muy chida es la evolución de Sungmin, más en la etapa de cuando aprendió a jugar. Es que a mí me causa una alegría muy grande el que una persona se atravise así en la vida de otra, como que el hecho de le perturbe hace que ya no sea una cosa común y Sungmin logró eso, nomás por eso lo quiero
Bueno, es la una de la mañana y no he hecho mi tarea. Así de bueno está el shot como para que lo haya leído de todos modos y teniéndome que levantar a las 5 de la mañana xD
Lo que yo noté fueron unas confusiones con el uso del "porque" y el "por qué", creo que al inicio, luego ya ni me fijé en esas cosas, que lo importante es la historia.
Pinche Kyuhyun y pinche Sungmin, por no hablar como se debe se friegan. Bueno, total, qué se le va a hacer si así andamos todos ¬¬.
Me gustó mucho ese detalle del trato de Sungmin a Kyuhyun; primero de usted y al mero final de tú. Qué mañoso el alumno xD
Otra cosa muy chida es la evolución de Sungmin, más en la etapa de cuando aprendió a jugar. Es que a mí me causa una alegría muy grande el que una persona se atravise así en la vida de otra, como que el hecho de le perturbe hace que ya no sea una cosa común y Sungmin logró eso, nomás por eso lo quiero
Bueno, es la una de la mañana y no he hecho mi tarea. Así de bueno está el shot como para que lo haya leído de todos modos y teniéndome que levantar a las 5 de la mañana xD
MonkG7- BetaReader
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