Rompecabezas de palabras

GunHee lo miró dudando en coger su mano o no. HeeChul alzó una ceja y sonrió de lado, esperando la reacción final de GunHee.

-De acuerdo - accedió el chico. Tomó la mano de HeeChul y decidió que el árbol de cerezos era más interesante que su hermoso y contento rostro.

-Estaremos bien -HeeChul habló entre risitas mal disimuladas. Generalmente las cosquillas por todas partes se incrementaban cuando GunHee estaba cerca. -No es nada malo. Soy deísta y se que ÉL no nos castiga. Confía en mí - afianzó la mano del otro chico y depositó un beso rápido en su mejilla antes de comenzar a caminar hacia el sur.

>>Esparadrapo

Doloroso, no tanto como eso que naturalmente habita en mi pecho cuando recuerdo el hecho de que tú presencia no me pertenece, pero lo suficiente para revivir ese momento junto a mis recetas, mis paletas y mis desperdiciados dos litros de chocolate espeso a punto de taza derramado sobre el mármol blanco de piedra natural.

Tan caliente... tanto que aun duele.

Removí el esparadrapo sin delicadeza, no era mi trabajo pero nadie más vendría a ayudar, las vendas de mis piernas no se cambiarían solas así como las marcas no se irán nunca.

"No hables por teléfono cuando manejes, tampoco cuando cocines" decías, pero eras tú y atendí...

"¿Su esposo responde al número de identificación 50.789.258?"
"Si"
"Su esposo ha tenido participación en un encuentro fatal entre múltiples vehículos y un camión 2R2 que transportaba ganado para el consumo humano, lo lamentamos"

-¡Bien hecho, Lunático! - Exclama Sirius con la reciente travesura todavía titilando en la sonrisa de su rostro.

Sus pechos suben y bajan al mismo ritmo por la carrera. Y, escondidos tras el milenario muro, el chucho tiene el cinismo de celebrar en frente de las narices de la gata de Filch que corre por la esquina del pasillo a avisar a su dueño, seguramente.

Alza la palma de su mano y chocan esos cinco. Sus miradas se conectan. La sonrisa del moreno se desvanece poco a poco, muy lentamente y observa sus manos juntas, entrelazando sus dedos delicadamente. Tan suave, que Remus por un momento desconfía que se trata de Sirius... Sirus Black, por Merlín. El greñudo gamberro que acaba de hacer explotar la sala de Slytherin y estuvo a punto de molerse a golpes con Lestrange.

-¿Sirius?

-Eh?... ¡Oh!

Deshace el agarre y Remus lamenta no haberse mordido los labios para no hablar.

-¡Potter, Black! -

Escuchan el alarido del conserje unos dos pisos abajo y emprenden la carrera de nuevo. Remus siempre ha sido algo lento y usa esa excusa para tomar la cayosa y fuerte mano de Sirius y correr a su lado.

Es curioso ver como se confunden y complementan su sombra con la de Sirius sobre el pavimento granuloso del pasillo.

>>Bitácora

Las palabras parecen sobrar cuando están juntos. ¿Por qué no? Si a veces, las palabras solo estorban, solo lastiman, solo molestan. No logran describir todo lo que Hyukjae siente por Donghae, ni logran enumerar todas las cosas que Donghae le hace sentir a Hyukjae, y, aunque sirvan para nombrar todas las partes del cuerpo, no alcanzan para explicar lo que sucede con ellas cuando están cerca. Cerca. Más cerca.

Tan cerca que parece imposible no notar cada poro, cada huella microscópica en la piel del otro, en el ser del otro. No importan los epítetos, ni los nombres simples o compuestos. Las palabras sobran, no alcanzan, no completan. Y está bien. De todas formas, tienen toda la vida para descubrirlo.

>> Antología

Y podría creer que lo ha olvidado. Creer que mientras camina por el mismo camino, viendo hacia las puntas de los rascacielos o perdiéndose en el pasar de los autos ya no duele. Creer que no espera que con cada grito, con cada llamada, con cada susurro sea su voz la que resulte. Creer que fue importante, que lo que tuvieron no fue lanzado en la esquina de lo irrelevante, de lo innecesario, de la indiferencia. Pero mientras transitan los autos y los rascacielos siguen inmóviles a su paso, sonríe con tristeza y resignación porque lo fue, simplemente ya no será.

Huele a pasado.

>>Carrusel