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{Super Junior/EunHae/KyuMin} Rompecorazones {1/??}

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Mensaje por Minki Sáb Ene 25, 2014 9:40 am

Autor(a): Minki - Bloody Pain
Título: Rompecorazones
Fandom: Super Junior
Personajes/Pairing: Eunhyuk x Donghae / Kyuhyun x Sungmin
Género: Drama, H/C, Fuff
Clasificación: NC - 17
Advertencia: No sé, que desde el título hasta el último punto quizá sea un cliché.
Sinopsis/Resumen:
Resumen interminable:
Disclaimer: Super Junior se pertenecen a sí mismos (?), yo sólo los uso sin fines de lucro.
Notas: Genial, aquí estoy. Quiero ser sincera: este es el primer long-fic que me animo a escribir y estoy a punto de terminarlo, pero me temo que es de lo más cliché y absolutamente predecible del predecible del mundo. Por eso lo traje. Vi este foro como la oportunidad perfecta para recibir consejos y críticas. Admito que nunca antes escribí algo de este tipo, ya saben, el típico chico que se enamora de uno malote y sufre. Por eso espero recibir sus puntos de vistas ;^;

Club No. 1

Gente gritando. Gente bailando. Gente viéndolo, morboseándolo. Gente comiéndoselo con la mirada. Así era como se sentía todas las noches, pero ya estaba acostumbrado.

Estaba con sólo unos bóxer blancos cubriéndole el cuerpo y unos tirantes de caucho negros. Gotas de sudor resbalaban por todo su cuerpo: frente, nariz, mandíbula; pecho, brazos, espalda, piernas… entrepierna. Todo él estaba húmedo, caliente y lo sabía. También sabía que tenía una imperial erección imposible de ocultar. No podía evitarlo cuando subía a la tarima a bailar, con los ojos de todos amándole en cada movimiento.

Las luces intermitentes iban de rojas a verde y, luego, brillaba el azul. La música estallaba en los oídos de todos, pero los gritos eran todavía más fuertes. Donghae se acercó a su amigo, Sungmin, que bailaba en las mismas condiciones junto a él y puso una posesiva mano sobre sus caderas. El rubio se giró, correspondiéndole, y se acercó lo suficiente para rozar sus entrepiernas y sus bocas. Los gritos aumentaron. Las palabras obscenas se hicieron más audibles. La excitación subió a un nuevo nivel.

Rozar sus pieles, sus labios, sacar sus lenguas y dejar que todos miren cómo se tocan perversamente mientras bailan al son de la música, era cosa de todos los días. Él, Sungmin, Heechul y el ardiente y preferido Leeteuk eran los bailarines estelares del Club No. 1. Un lugar VIP para los ricachones que pudiesen pagarse la entrada y el servicio. Era un lugar para homosexuales, travestis y heterosexuales. No había discriminación, era un paraíso para todo aquel que supiera lo que era divertirse.

Una vez la sesión de baile acabó, los cuatro bajaron para hacer de meseros por todo el club. Como norma, por ser los mejores, tenían derecho a decidir no acostarse con nadie si no lo deseaban. Y quien tratara de propasarse la pagaba. Por eso Donghae escogió aquel lugar.

—Creo que por lo de hoy nos suben el sueldo —susurró Min en el oído de Hae.

El chico de cabellos castaños lo miró con los ojos entrecerrados, pensando en lo para nada gracioso que era su hyung.

—Sungmin, no tenemos salario. Son sólo pagas por noche.

—A quién le importa. Mañana cumple mi abuelo, así que necesito buen dinero hoy —agregó el rubio con una dulce sonrisa en su rostro.

Era tan increíble, se dijo Donghae por milésima vez en todos esos años. Sungmin tenía diecinueve años, él tenía diecisiete apenas (gracias a Heechul consiguió el trabajo), iban a la preparatoria (la mala vida hizo perder años de estudio a Min), hablaban, reían, eran como los chicos normales. Y, sin embargo, tenían que hacer cosas que ningún chico normal hacía. Todo porque el destino no fue bueno con ellos. Pero lo increíble era que todavía conservaran esa juventud que tanto les gustaba.

—Me llegó mercancía esta mañana —susurró Donghae en el oído de Sungmin. Podía sentir las sucias miradas posadas sobre ambos, esperando a que hicieran alguna cosa—. Vende la mitad y te quedas con el quince por ciento. El resto va para Cho, ya sabes.

Sungmin lo miró con los ojos brillantísimos, como si le acabaran de obsequiar la lotería. Donghae tenía necesidades, más que las de un regalo, pero aun así por ser amigos de toda la vida… Min sonrió enormemente y abrazó a su Fishy, cómo lo quería.

Justo cuando su mentón descansaba momentáneamente en el hombro de Hae, sus ojos se dirigieron sin querer a la mesa que había al fondo del club, en el segundo piso. Uno de los lugares más exclusivos y costosos.

Arriba, como no imaginaba, estaba Cho Kyuhyun, hijo de un enorme narcotraficante (el que le pasaba las drogas a Hae), observándolos. El cabello lo tenía pulcramente peinado, llevaba una camisa manga larga cuya parte derecha era color negro, y la otra mitad era de zigzags negros con blanco. Sus pantalones eran azabaches y sostenía en la mano izquierda una copa de vino. Min tragó en seco, cortando el contacto al instante. Esa mirada penetrante nunca le gustó.

—Eres el mejor pececito de todos.





Eran cerca de las dos de la mañana, su turno había terminado. Aquella noche se encontraba extrañamente con ánimos. Quizá era porque ese mismo día, dentro de seis horas, daría inicio a su último año escolar. Donghae se hallaba en el camerino bebiendo un poco de agua y sacando su ropa del cajón que a él le correspondía. Los demás bailarines ya se habían ido, él era el único que se quedaba hasta las dos.

Alguien entró al camerino y cerró la puerta lentamente, por lo que Hae pensó sería Heechul. A veces olvidaba alguna cosa.

—Oh, cierto que me prestaste el talco. Ten… —Pero al girarse cayó en cuenta de que no era Heechul. Era un extraño. Un desconocido. Alguien que encontró el camino hacia aquel lugar y lo miraba seriamente. Alguien como de su misma edad. Alguien despiadadamente atractivo—. ¿Quién eres?, ¿te has perdido?

—Dime Eunhyuk —contestó el otro. Tenía unas cejas largas y finas; poseía labios carnosos y rojos debido al calor. Sus cabellos eran negros, y los músculos se asomaban por la musculosa negra y el jean con tirantes blancos que llevaba. Se veía como de la misma altura que Hae.

Sin esperarlo, un delicioso aroma comenzó a inundar el camerino.

Perfume.

Hae se lamió los labios, era un tic que tenía, y miró los chocolatosos ojos de aquel chico. ¿Qué querría?

—Claro… Eunhyuk. ¿En qué puedo ayudarte? —Tras terminar su pregunta el chico soltó una risa ladina, muy encantadora, que hizo sonrojar al castaño. Lentamente él se acercó hasta Hae, viéndole directamente a los ojos. Olía exquisito, apuntó Donghae mentalmente.

—Bailas bien, eh —susurró acercándose todavía más.

Un corrientazo recorrió el cuerpo de Donghae, aquel extraño lo tenía atónito. ¡Era tan atractivo! Parecía una bomba de feromonas, Dios, y ese perfume traspasando sus narices no ayudaba mucho. Entre más se acercaba, más podía sentir el calor que emanaba del chico y lo duro que se veía todo su cuerpo. Tragó en seco, sin saber qué responder realmente.

—¿Gra…gracias?

—Y eso me hizo preguntarme… —siseó hasta quedar lo suficientemente cerca como para rozar sus pieles. Tomó el mentón de Donghae, haciendo estremecer al menor. En otra ocasión se hubiera defendido, pero aquel chico tenía algo que le impedía hacerlo—… si podrías hacer otras cosas así de bien.

El bailarín esbozó una sonrisa. Sexo. Aquella iba a ser noche de sexo. Santo cielo, ¿cuánto llevaba sin acostarse con un chico? Un año era poco, el trabajo y el estudio lo habían alejado de todas esas maravillas. Miró fugazmente los labios del chico y luego volvió a verle los ojos, encantado con la idea de hacerlo con alguien tan sexy. De hecho, comenzaba a calentarse. Volvió a lamerse los labios.

—Depende de qué cosas sean —respondió en un tono quedo. Eunhyuk se mordió el labio inferior, dejando a la vista blancos dientes.

—Qué lindo. —¿Qué lindo? Hae esperó de todo menos esa respuesta, pero antes de alegar siquiera, esos carnosos labios estaban devorando los suyos.

Donghae lo correspondió al instante, abriendo su boca y sacando su lengua por ir en busca de la ajena. Sus manos se posaron en los brazos del más alto, masajeándolos con deseo. Pegó su pelvis a la de Eunhyuk, y gimió al sentir la enorme erección que tenía él en sus pantalones.

Las manos del otro se posaron en el trasero del bailarín, apretujándolo, manoseándolo. Los dientes comenzaron a hacer parte del juego, y una deliciosa fricción entre sus penes les estaba arrancando roncos gemidos entre el beso. Se separaron mareados a falta de aire, pero sin perder tiempo Eunhyuk atacó el ardiente cuello del castaño. Hae cerró los ojos al sentir los exquisitos chupetones que dejaba por toda su extensión, y esa ágil lengua paseándose con fuerza por donde los dientes mordían.

—Ah —gimió echando la cabeza hacia atrás—. Dame duro, Eunhyuk.





Abrió los ojos cuando el reloj despertador sonó. En media hora entraría al colegio. Soltó un bufido, lleno de cansancio, pero sonrió satisfecho al recordar todo lo que sucedió horas atrás. Los gemidos. Ese duro falo dentro de él. Las palabras sucias. Los arañazos. Todo.

Se sentó con cuidado, algo dolorido por no haber tenido sexo en tanto tiempo, y perezoso caminó hacia la ducha. Era hora de comenzar su último año escolar.

Lee Donghae era un chico… como cualquier otro. Vivió una infancia feliz en Mokpo, pero decidieron mudarse a Seúl tras la dolorosa pérdida de su hermano Donghwa en un accidente de autos. Pocos meses después, el padre de Hae fue diagnosticado de cáncer, y la tristeza se apoderó más de la familia. Con un miembro menos, y un padre postrado en la cama, los ingresos decayeron terriblemente. Hae se vio obligado a dejar el estudio por un tiempo y dedicarse a trabajar arreglando motos, pero el salario no le ayudaba en nada. Además, con el sueldo de una enfermera, tampoco podían hacer mucho. No alcanzaba ni para el tratamiento del padre de Hae, ni para el estudio, ni para la casa o gastos normales. No alcanzaba para nada lo que ganaban.

Fue entonces cuando Donghae conoció a Heechul. Fue un día junto a Leeteuk para recoger la motocicleta del mayor de todos. Desde entonces su vida cambió al cien por ciento. Se unió al Club No. 1 junto a Sungmin, quien vivía solo con su hermano de ocho años y su abuelito. Los padres odiaban al rubio, a Sungjin y al abuelo por algún suceso que él se negaba a confesar.

Poco tiempo después ganando muy bien como bailarín Heechul le mencionó las drogas. Le presentó al señor Cho. Al principio Donghae vivía paranoico, aterrado ante la idea de ser pillado, pero poco a poco tras vender diariamente alucinógenos se volvió costumbre. Era fácil y ganaba bastante dinero, especialmente si se trataba de crack, éxtasis, marihuana y cocaína. La heroína vendía muy bien, pero no la llevaban tanto como las otras. Se hizo un narco conocido.

Pronto su mamá quedó desempleada. Las cosas volvieron a empeorar, el tratamiento del cáncer también estaba más costoso cada día, y Heechul seguía siendo una peligrosa influencia. Esa noche fueron junto a varios chicos más: Shindong, Kai y la preciosísima Hyoyeon. Robaron una joyería. Donghae aquella vez sólo fue acompañante, pero a la semana siguiente participó en el altercado a una pareja en un callejón solitario.

Desde entonces consiguió suficiente dinero y decidió que aquel camino era el mejor. Diversión, amigos, dinero. Mantener a sus padres, darse estudio y tener de sobra para gastos personales. Le gustaba vestir bien, le gustaba comprarse cosas costosas. Le gustaba estudiar en un colegio bien pagado.

Y Sungmin no era diferente. Por eso estudiaban juntos en la SM, la preparatoria más prestigiosa de Corea del Sur.



Al llegar al colegio vio de lejos a Sungmin y a Junsu, y se encaminó rápido hacia ellos. El colegio en sí parecía un campus con  salones enormes, canchas, jardines, edificios y demás. Todos iban uniformados: chicos con pantalón negro, camisa blanca y chaleco azul; chicas con falda azul, camisa y medias veladas blancas.

—Hey —saludó el castaño a sus dos amigos. Levantó las palmas de las manos, las cuales ellos chocaron.

—¿Listo para el último año de la prepa, pececito? —cuestionó Junsu. Donghae asintió sonriente.

—Perfecto, porque será ge.nial.

Al ingresar todo seguía como antes, pero más arreglado. Pasillos amplios de pisos brillantes, techos y paredes blancas. Al fondo estaban los casilleros, junto a las escaleras. Por los pasillos se iban a los salones, cada uno igual de amplio a la casa de Hae y con sillas cómodas para treinta alumnos.

Los conserjes por ahí, limpiando y haciendo que todo oliera delicioso. Los estudiantes corriendo, haciendo bromas, hablando…

—Escuché que este año admitieron a varios chicos nuevos de último grado —dijo Sungmin emocionado.

—¿En serio? ¡Genial! —chilló Fishy.

—Sí, por fin alguna novedad. Victoria me dijo que uno de ellos estaría en nuestro curso. ¡Hora de hacer amigos!



Pero al entrar al amplio salón varios alumnos hacían un tumulto al fondo, donde pensaban sentarse Sungmin, Junsu y Donghae. Justo entonces el castaño decidió que-para-nada iba a ser hora de hacer amigos. No cuando pudo distinguir perfectamente esa mata de cabellos negros. No cuando el dueño de esta lo miró fijamente, cambiando su serio semblante por una insinuante sonrisa.

Gemidos. Fricción. Mordidas. Penetraciones. Sexo.

Hace seis horas.

En el Club. No. 1.

Con exactamente el mismo chico que lo veía en ese momento. El tal Eunhyuk, el cual Donghae esperó no volver a ver en su vida pese a que tenía un exquisito cuerpo que excedía los límites de lo legal.

Alguien, que no debía, sabía lo que era Donghae. Y eso resultó ser la peor de las noticias que pudo haber recibido el chico comenzando su último año escolar, el cual se suponía que debía ser cool. No iba a ser cool si alguien podría echar su vida a perder contándole al resto que Fishy ganaba su dinero como bailarín exótico en un club, haciendo cosas homosexuales y, peor aún, teniendo sexo con un hombre.

No. No. ¡No!

—Buenos días, alumnos. Tomen asiento por favor —saludó la profesora Yoona.

Donghae tragó en seco, dejándose guiar por la mano de Min que lo tiró hacia atrás, sentándose donde deseaban. Se sentó mirando fijamente el pizarrón, pálido y con la respiración haciendo acto de ausencia. Dios, ¡no podría haberle pasado algo peor! ¿Y si se lo contaba al resto?, ¿y si lo chantajeaba? No, no, las cosas estaban yendo patas arriba.

Pero antes de continuar con su pánico, una voz interrumpió la clase.

—Buenos días. Perdón por la tardanza —saludó el chico.

Donghae se sorprendió, mas no se asustó tanto como lo hizo cuando vio a Eunhyuk. Sin embargo, miró a Min, quien sí que tragó en seco. Pudo ver cómo su rubio amigo abrió los ojos de par en par, sin ser capaz de dejar de mirar a quien caminaba hacia la mitad del salón, sentándose en el puesto que quedaba libre.

Era Cho Kyuhyun, otro que estaba del lado oscuro de la ley, pero no era sorpresa verle en el colegio, también era estudiante de la SM. Lo que aterraba a Sungmin y Hae sabía, claro, era cierto pasado que no dejaba tranquilo al conejito. En especial si ese pasado lo buscaba a diario en el club luego del colegio. Y en el colegio luego del club.

---

En fin. No soy buena escritora, pero considero que de todo lo que he hecho esto ha sido lo menos... ¿bueno? Repito que por eso lo traje, aunque ando nerviosa e.é.
PD: ¿Alguien tiene malos hábitos en la escritora? El mío es el abuso de las comas asdasdsa ;^;


Última edición por Minki el Dom Ene 26, 2014 8:28 am, editado 2 veces
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Mensaje por Piruleta:. Sáb Ene 25, 2014 12:41 pm

Yo también tengo el mal de las comas T.T

Primero, dejaré que mi lado fangirl surja desde la oscuridad y opiné sobre el fanfic.

ME EN-CAN-TÓ. Puede que el argumento sea algo muy común pero este tipo de historias siempre atrae por la forma en que se van desarrollando. Podrá ser la misma historia del chico malo y el bueno, sin embargo, lo interesante es leer como cada escritora imagina el encuentro y cómo caen uno por el otro.

Para ser el primero capítulo, pienso que abordaste lo fundamental para saber un poco de la historia de los personajes principales -DongHae y SungMin- y al final, supiste cortar la historia en un momento adecuado para dejarnos con la incertidumbre.

Las comas no las encontré excesivas. Tal vez mal ubicadas en una que otra frase pero se agradece el uso de los signos de puntuación y las tildes a lo largo del texto.

Hubo un detalle -probablemente insignificante- pero llamó bastante mi atención. En esta parte:

Justo entonces el castaño decidió que.para.nada iba a ser hora de hacer amigos.

Entiendo que es la expresión del pensamiento del personaje pero para continuar con el estilo de tu escrito, te recomendaría ponerlo de esta forma:

Justo entonces el castaño decidió que-para-nada iba a ser hora de hacer amigos.

Y bueno (esto quizás sea más subjetivo), también te sugiero la justificación de tu texto para darle más presentación a tu escrito.

Por mi parte, es todo ^^

Espero que alguien más pase por aquí y te ayude a revisar aspectos que muy probablemente yo pase por alto ._.




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